viernes, 2 de septiembre de 2005

ACERCA DEL GLAMOUR.


Hubo un tiempo en que las estrellas de Hollywood prácticamente pertenecían a los estudios de Cine y evidentemente éstos se encargaban de que sus estrellas dieran en todo momento la imagen que el estudio quería retransmitir a la opinión pública. Así pues, Warner se encargaba de que Errol Flynn no apareciera en los tabloides tocando el piano con la polla (una de sus aficiones favoritas era reunir a la gente en el salón de su casa amenazándoles con un concierto de piano para acto seguido desenfundarse la chorra y golpear violentamente “alegre ma non troppo” las teclas de tan bello instrumento ante el pavor general) y MGM trataba de que no se supiera que Ava Gardner se deslizaba en las primeras sábanas que se le ponían delante con inusitada facilidad.



Todo se controlaba; entrevistas, fotos, apariciones, declaraciones, guiones, películas, interpretaciones…de cara al público, claro, mientras que en la realidad las estrellas, como personas humanas que eran, hacían lo que les daba la gana.
Ese proteccionismo creó el Glamour y enterarse a día de hoy de los más nimios detalles de sus vidas, en ocasiones, no hace más que reforzar la leyenda.

Sin embargo hoy en día la cosa está jodida de verdad. Cualquier idiota lleva un móvil con cámara y el proteccionismo ya no existe, más que nada porque los actores son pequeñas empresas o productos autónomos con poca o ninguna restricción hacia un estudio… sólo si ellos saben cuidar de su carrera se consigue esa especie de necesaria lejanía que garantiza “algo” de glamour. Además, para colmo y pesar de muchas estrellas, Internet nos acerca en segundos lo que antes tardaba meses en llegar hecho que en muchas ocasiones "permitía" que las cosas se quedaran lavadas por el camino.


Pero no sólo de lejanía vive el “glamour” es necesario dar una buena imagen, no parecer un humano más si no algo muy especial y diferente. Para ello es imprescindible no ir vestido nunca como un humano corriente y mucho menos como un indigente. Es necesario que esa cercanía al vulgo (tan de moda hoy en las nuevas generaciones de artistas) sea inexistente. Nada de bermudas, ni chanclas, camisetas, gorras, chicle... nada de ir al Súper a hacer la compra y si uno se pasa de copas, es necesario saber mantener la compostura.



¿Quién nos queda con Glamour? ¿Catherine Zeta Jones? ¿Adrien Brody? ¿Los Fun Lovin’ Criminals? ¿Rupert Everett?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Particularmente me apasiona ver a toda esta gente a la altura del vecino de al lado. Normaliza un mundo visual ya de por si bastante enfermizo para el espectador.