lunes, 7 de noviembre de 2005

El GRAN MICKEY ROURKE





Corría el año 1983 cuando un casi desconocido por aquel entonces Mickey Rourke asombraba a propios y extraños con uno de las interpretaciones más elaboradas y auténticas de la historia: la de “Motorcycle Boy” en la película “Rumble Fish” (de Coppola). Aquél “jefe” de pandilla de barrio pensativo e intimista que nunca nadie parecía saber en qué narices estaba pensando, puso de relevancia un hecho: Mickey Rourke era un gran actor.



Tras unos cuantos papeles testimoniales y también magníficamente interpretados llegó “Year of the Dragon” de Michael Cimino en la Mickey dio vida al policía Stanly White que trataba de parar los pies a Joel Tai como Jefe de la Mafia china en Nueva Cork. Violento film sí, pero más que interesante.


Y llegó 1986, el año de “9 semanas y media” o lo que es lo mismo, el año de “Mickey Rourke”. Todos queríamos ser Mickey y casi todas las señoras fantaseaban con ese Mickey, cretino, cerdo, ególatra, sexy maderfaker y despiadado que él creó para la película. Todo el mundo llevaba jerséis de cuello vuelto y los señores soñaban con “la Kim Basinger” todas las benditas noches.


Pero para terminar de rematar la faena y tan sólo con un año de diferencia; Mickey Rourke encarnó a Harry Angel en la turbadora “Angel Heart” de Alan Parker en el que es sin duda uno de sus mejores papeles hasta la fecha. Una película que mezclaba santería, voodoo, magia, demonios, ángeles, mentiras, sexo, asco, terror consiguiendo como resultado uno de los mejores filmes de corte “terrorífico-fantástico” de la historia.

Quedan para la historia las escenas torrido-lisérgicas con una excitante Lysa Bonet (la hija “rebelde” del pesado de “Bill Cosby”).


Definitivamente Mickey estaba en la cresta de la ola. Mickey era el puto amo. Todo el mundo esperaba la primera gran película “mainstream” de Mickey. Ya sabéis algo así como “La Roca” o “Armaggedon”. Un producto digno de ver y palomitero a la vez que le diera al Mickey el status de super estrella.


Sólo había un jodido y pequeño problema. Mickey no quería ser una superestrella. No. Sencillamente Mickey no era el puto Tom Cruise. Mickey era Mickey, el jodido Mickey Rourke, y a él no le decía nadie lo que debía de hacer, así que se centró en dos cosas:


1) Siguió rodando películas tan minoritarias como la estupenda “BarFly” Adaptación cinematográfica de la obra de de Bukowsky (Impresionante Rourke en el papel de Henry Chinasky)

2) Decidió, lejos de cuidarse con cremas faciales para lucir el mejor cutis posible y así conservar al menos su estatus de Macho turbo Lover entre las féminas de medio mundo, ¡Subirse a un jodido Ring de boxeo a darse de ostias con todo aquel que lo deseara!


Mickey no era un gran boxeador y además lo sabía pero sin embargo se pegó subido en el Ring hasta que su cara quedó tan destrozada que poco o nada quedaba de aquél guapito de “9 semanas y Media”. Las drogas y e alcohol también hicieron lo suyo, por supuesto, de manera que tal y como era de esperar cuando la pasta más flojeaba llegaron los intentos desesperados para tratar de seguir financiando su carrera pugilística (que en el fondo era lo único que realmente le importaba) aceptando papeles infames en cosas como “Orquídea Salvaje” llegando a tocar fondo en el año 97 (tanto física como interpretativamente) cuando se unió nada menos que a Van Damme para rodar un pestiño de esos que sólo Van Damme sabe hacer.


De todos modos ¿Quién diablos iba a querer en su set de rodaje a un alcohólico drogadicto que aprovechaba la mínima oportunidad para darse de ostias con el primer fulano que se le ponía en medio causa por la cual había que suspender los rodajes para que el protagonista no apareciera de repente con dos cejas reventadas, 4 puntos en la nariz y el mentón descolocado de un plano para otro?

Nadie. O casi nadie. Así que ahí teníamos a Mickey arrastrándose de casting en casting y rodando bodrio tras bodrio.

Poco importó la mano que le echó su viejo amigo Coppola en “Rainmaker” en el 97 o Terrence Malick en “La delgada línea roja” (Lastimosamente su escena no se incluyó en el ya de por sí largísimo metraje final) definitivamente la suerte no le acompañaba y los tordos fílmicos se sucedían uno tras otro.


Pequeñas participaciones aquí y allá sin demasiada trascendencia en pequeños papeles que algunos incluso recordamos con cariño. Hasta apareció su voz en ese gran petardo automovilístico que fue el juego multiplata-deforme “DRIV3R” producto infame dónde los haya. No podría haber escogido un GTA, no, tuvo que ser en DRIV3R, suerte la justa, estaba visto.

Pero finalmente llegó el año 2005. Y llegó Tarantino. Y Robert Rodriguez. Y llegó Sin City. Y Mickey Rourke, por fin apartado de todo aquello que en el fondo le estaba hundiendo la vida pudo demostrar que incluso detrás de un maquillaje animal, aún con su cara deformada, él posee una mirada tras la que parece esconderse la experiencia de milenios y aún guarda intacto el Don de la actuación y que sigue siendo sin lugar a dudas, uno de los grandes, pese a sí mismo.



No se apenen por Rourke ni en cien vidas. Es más, enorgullézcanse de que exista alguien así con el que ustedes comparten género. A fin de cuentas, es un placer ver que hay gente que realmente ha hecho siempre lo que le ha salido de los cojones, y no lo que los demás pretendían que él hiciera. Tres hurras por el gran Mickey y a Tom Cruise y demás actores de la casa “L’Oreal” que les vayan dando mucho por el jodido culo. Mickey ha vuelto y aunque no sé cuánto tardará en volatilizarse ésta vez pretendo disfrutar de su regreso hasta el último segundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionate retrospectiva.
He de decir que he visto Sin City, y que los ojos de Mickey me han roto el corazón.... sin tener ni idea del mundo del comic, digo que esta peli es una de las mejores que he visto en mi vida....

Anónimo dijo...

Rourke siempre me pareció cojonudo.